El IPC, y especialmente los alimentos, sigue superando la subida salarial y continúa la pérdida adquisitiva
El gasto principal diario de la población, la alimentación, sigue marcando una subida mayor que la del IPC general. A pesar de la moderación de algunos precios por los cambios fiscales, como el del aceite, los alimentos se han encarecido casi un punto más que el resto de la cesta de la compra: 4,2 %, frente a un IPC del 3,4 %, dos décimas menos que en mayo.
Otro de los componentes básicos del gasto familiar, la vivienda, sufrió una nueva subida de la electricidad, que ha repercutido al alza en el IPC.
Desde septiembre pasado, salvo una bajada puntual en febrero, el IPC se mantiene por encima del 3 %. España tiene una inflación casi un punto superior a la media de la zona euro, donde es del 2,5 %. La diferencia es aún mayor si se tiene en cuenta que el índice que Europa tiene en cuenta de España, el IPCA, fue del 3,6 %.
“En USO consideramos que las bailantes medidas fiscales, con las que compartimos el fondo, deben dar paso a una reforma fiscal estable y con perspectiva social. Pero, sobre todo, deben tener un órgano de vigilancia. La bajada del IVA del aceite ha aliviado momentáneamente una necesidad, pero la realidad es que su precio se ha más que triplicado desde 2021. Y, así, podemos seguir con un largo etcétera. Mientras los ingresos por impuestos menguan, los resultados de las distribuidoras se disparan. Es una ecuación que no cuadra”, denuncia Joaquín Pérez, secretario general de USO.
Los precios suben más que los salarios
El dirigente sindical llama la atención también sobre los salarios. “Tal y como venimos denunciando con informes de diferentes fuentes en los últimos años, no hacemos más que perder poder adquisitivo. El último estudio, el de la OCDE, nos sitúa como uno de los pocos países europeos donde nuestro salario vale menos que en 2019. Mientras tanto, asistimos a debates alargados y estériles sobre mejoras laborales que se enquistan una y otra vez en mesas viciadas. Necesitamos un nuevo diálogo social, abierto y plural, que contemple una mayor participación de las organizaciones en las que confía buena parte de la población trabajadora y que tenemos nuevas ideas que aportar”.
“Con empleos y salarios precarios, estamos construyendo una sociedad en la que los jóvenes no pueden desarrollar proyectos de vida normales, ni siquiera acceder a una vivienda. Un año más, damos otro paso de empobrecimiento de las familias, que continúan arrastrando la merma en su poder adquisitivo de los últimos años”, concluye Joaquín Pérez.
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